Diario de una Crucifixión: la vulnerabilidad observada
Diario de una crucifixión. ZOAD HUMAR |
Me interesa mucho la intencionalidad con la que los coreógrafos hacen sus creaciones, especialmente en lo relativo a la reacción que buscan en el público. Muchos recordarán el episodio de la serie Black Mirror (Charlie Brooker, 2012), 'Oso Blanco', en el que se planteaba una interesante perspectiva en torno a los límites de los realities televisivos. Por alguna razón, me he acordado de este capítulo viendo la actuación de L'Explose Danza en el Teatro Pradillo, que ha presentado esta semana la pieza Diario de una Cricifixión dentro de la programación de las XXVIII Edición del Festival Madrid en Danza.
"La vulnerabilidad del cuerpo exhibido, juzgado y desnaturalizado en una urna de cristal" es la premisa que ofrece la compañía sobre esta propuesta de danza-teatro, cuya escenografía llega a impresionar por sí sola antes incluso de comenzar la actuación. Como si de una de esas ejecuciones televisadas se tratara, el bailarín Ángel Ávila experimenta distintas fases dentro de este cubículo bajo la atenta mirada de una audiencia, que logra emprender con sus movimientos un viaje a lo más profundo de sus entrañas.
En un proyecto repleto de referencias pictóricas, religiosas y simbólicas, el espectador logra confundir los momentos en los que el intérprete se acerca al cristal delantero, como si verdareamente fuera capaz de atravesarlo. La sensación desparece a medida que la pieza se intensifica y la atmósfera de sudor y vaho invaden la urna, generando una inquietante presión en el estómago de los que observan.
Diario de una Crucifixión es una de esas propuestas de danza que tienden a escaparse de todo entendimiento, pero que sin embargo generan reacciones que oscilan entre el rechazo y la emoción -con incluso alguna que otra lágrima a la que todavía intento encontrar sentido-. Toda una manera de enfrentarse a los sentimientos y el interior de uno mismo por medio de un desgarrador retrato cuasi televisado.
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