Miedo a la oscuridad
Javier Martín. DANI FRANCO |
El Teatro del Arte es uno de esos rincones del
barrio de Lavapiés aparentemente sencillos y coquetos que albergan en sí un
espacio escénico de lo más interesante. En el programa del Festival Madrid en Danza 2014 leo sobre la obra –Control, de Javier Martín-: “Desperté
sobresaltado y contemplé la oscuridad, advirtiendo que había experimentado un
espasmo muscular relativamente común conocido con el nombre de contracción
mioclónica” y nada más apagarse las luces percibo una sensación de
claustrofobia que solo recuerdo tener durante mis años de miedo a la oscuridad.
Enfundado en unos pantalones de cuero y
acompañado por el sonido experimental de Oleg Karavaitchuk, Martín despierta y
comienza a ejecutar una coreografía repleta de simbolismo con una puesta en
escena –cuanto menos- ecléctica. Acompañado de elementos que emulan a lo que yo
relaciono con referencias hasta inquisidoras, contemplo cómo el ritmo y la
energía de la pieza van aumentando a medida que avanza.
Hacia la mitad de la obra siento una especie de
mareo –probablemente causado por el olor de la gigantesca pieza de casquería
que el artista acaba de restregar por el suelo- y me digo a mí misma “¿es esto
un stendhalazo? Imposible… ni siquiera me siento maravillada por lo que estoy
viendo, pero por alguna razón me gusta”.
La intensidad de la pieza sigue creciendo, tanto
en cuanto al ritmo como al diámetro de los movimientos de esta peculiar improvisación.
La combinación entre semiótica, música e iluminación no hace sino generar
impactantes picos de energía que culminan, de nuevo, en un total y absoluto
espacio a oscuras que termina por abalanzarse sobre mí.
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