Cinco coreografías para la disforia primaveral

17:21 Esther Morales Hernández 0 Comments

Sergei Polunin y Kristina Shrapran. GARAGE MAGAZINE
Digamos que últimamente paso muy rápido del estado de euforia total a sentirme excesivamente muerta por dentro. No es nada que me tengan que diagnosticar -creo-, así que lo único que puedo hacer es echarle la culpa a la primavera madrileña, beber un poco más de la cuenta e ir a ver cosas bonitas.

He estado reflexionando mucho sobre la capacidad terapéutica del arte en general, y de la danza en particular. Partiendo de la base de que cualquier ejercicio físico ayuda a liberar endorfinas y hace que tengamos esa falsa sensación de bienestar, desde el punto de vista del espectador, me fascina la forma con la que las obras de arte logran potenciar toda su intención en función de las ganas que tenga uno de cortarse la venas. Una vez, defendiendo Boyhood (Richard Linklater, 2014) en una conversación al azar, llegamos a la conclusión de que uno la disfruta más en proporción de lo desestructurada que esté la familia en la que haya crecido. 

Ya lo sé, no he descubierto la pólvora. Las experiencias personales de cada persona son cruciales en su forma de entender el mundo y el arte, pero hoy es domingo y estoy haciendo de nuevo eso de utilizar mi blog como un diario adolescente. El caso es que en las últimas semanas me he sumergido en un cóctel importante de Sufjan Stevens, Bigott y Real Estate a la espera de que llegue ya mi querido infierno veraniego, y como en esta mezcla he incluido también el visionado compulsivo de coreografías, he pensado que sería buena idea hacer una selección como quien hace una de esas playlists temáticas en Spotify. Al igual que las de ir al trabajo o las de darlo todo en el gimnasio, creo que estoy en condiciones de llamar a esta 'Remedio para la disforia primaveral'.

1. Desde Otello, de Goyo Montero. Ando obsesionada con la interpretación de Miguel Pinheiro en la última edición del Prix de Lausanne que sirvió al bailarín para hacerse con el Primer Premio en la categoría de Danza Contemporánea. Tiene 17 años, una técnica envidiable y una forma tan súmamente madura de ejecutar la pieza que me hace querer ver todo el rato en escena a esta joven promesa. 


2. Improvisación con Gnosiene No1, de Erick Satie. Estaba yo en busca de las Gymnopédies de Roland Petit y sin querer, me encontré a Sergei Polunin y Kristina Shapran en esta colaboración para Garage Magazine. Una bellísima producción que nos regala el actual James Dean de la danza y que me conquista bastante más que el famoso vídeo dirigido por David LaChapelle que tantos muros de Facebook ha invadido.



3. Infra, de Wayne McGregor. Lamentablemente, por cuestiones de derechos, prácticamente es imposible encontrar versiones de esta pieza online, aunque el Royal Opera House sí que tiene disponibles algunos extractos en forma de tráiler. Pero sí, por supuesto, Infra en todas sus formas y con cada uno de los pasos que conforman su coreografía es todo un indispensable en esta lista.



4. Grand Pas de Deux, de El Lago de los Cisnes.
Un clásico en todos los sentidos, tanto por ser la única pieza de ballet de esta lista como por su papel como referente cultural de todos los tiempos. Los cisnes y yo tenemos una relación de amor-odio, pero Tchaikovsky tiene una capacidad increíble de provocar stendhalazos aún en el siglo XXI y Zakharova se lleva también buena parte de la responsabilidad.



5. Appartement, de Mats Ek. Fundamentalmente el extracto que aparece en el vídeo, incluido también en Casi-Casa, que aunaba piezas de esta coreografía con otras tantas de Fluke. El universo del creador sueco combina a la perfección con la música de Fläskkvartetten (sí, lo he tenido que mirar, pero tiene un par de discos también altamente recomendables).

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