Esto no es discriminación positiva

13:26 Esther Morales Hernández 0 Comments

Akram Khan. REVISTA INTERVIEW

El aclamado coreógrafo Akram Khan ha sido uno de los primeros en dar a conocer su punto de vista acerca de las demandas del sector de la danza en cuanto a las escasas oportunidades de progreso que tienen las coreógrafas mujeres. En sus declaraciones a la publicación británica The Stage, el creador advierte que "es importante admitir que hay un desequilibrio considerable y es necesario estudiar qué está fallando", pero añade "no quiero decir que debamos tener más coreógrafas solo por el mero hecho de contar con más mujeres"

Si bien no soy partidaria de que se cree una polémica en torno a unas palabras -probablemente- sacadas de contexto, me parece importante matizar algunos puntos sobre su entrevista. Y es que me da la sensación de que cada vez que se reivindica más protagonismo por parte de las mujeres en cualquier ámbito, los medios y "opinadores" no tardan nada en recurrir a términos como la discriminación positiva, en vez de reflexionar seriamente a qué se debe. 

Cuando la directora artística del English National Ballet, Tamara Rojo, y otros profesionales de la danza hacen referencia a este asunto, no es porque no haya mujeres que se dediquen a la creación de piezas coreográficas, sino por la escasa proyección que tienen éstas de cara a grandes audiencias y compañías de renombre. Sin ir más lejos, si se echa un vistazo al listado de coreógrafos residentes e invitados del Nederlands Dans Theater durante la última temporada, la proporción queda en 12 hombres y 4 mujeres, y esta diferencia es igual de evidente en cualquier otra formación de carácter público. 

En la entrevista, Khan también se refiere a la oscilación de proporciones en otros períodos de la Historia. "Antes había desequilibrio en cuanto a coreógrafos hombres. Pina Bausch, Martha Graham -las madrinas de la danza contemporánea- fueron grandes figuras, pero para nuestra generación es diferente", afirma. Sin embargo, el creador se olvida de que no es correcto comparar una etapa de desarrollo de tendencias artísticas con el circuito actual de la danza, en el que entran en juego factores empresariales como sueldos, derechos de autor o posibles patrocinios. Aún así, conviene recordar que tanto Graham como Bausch compartieron protagonismo con hombres como José Limón o Kurt Jooss, al tiempo que Balanchine hacía de las suyas y ganaba protagonismo en Estados Unidos. Si alguna mujer "pionera" podría quedar exenta en este sentido sería Isadora Duncan o Loie Fuller, a finales del XIX, pero ambas suponen dos de esos tristes casos en los que que su obra no se tomó en serio hasta después de sus respectivas muertes.

A modo de reflexión acerca de la labor de los coreógrafos actuales, no son pocos los expertos que les achacan a ellos algunos de los problemas relacionados con trastornos de la alimentación en el mundo de la danza. Según estas opiniones, los ideales de cuerpo acordes con la moda que se piden a los bailarines en los escenarios son incompatibles con el nivel de exigencia físico que tienen a diario los profesionales de la danza. 

A pesar de que culpar de este problema a los hombres es una total incongruencia, es pertinente plantearse en qué lugar queda la bailarina, tradicionalmente supeditada a las órdenes del coreógrafo. Mientras que la danza ha sido considerada siempre una disciplina "de chicas" por su aparente debilidad, a medida que se han ido superando estas barreras, las mujeres se han seguido manteniendo en un segundo plano, siempre vulnerables y, peor aún, sin posibilidades de mostrar otros registros y capacidades con los que evolucionar. 

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