Termino ya esta serie de publicaciones relacionadas con el Día Internacional de la Danza hablando del último evento, el workshop y la muestra de escuelas y academias de danza de Tenerife. 

Desde hace algunos años, tantos como los que pasé yo estudiando en Madrid, la exhibición de coreografías de las escuelas se hace en el hall del Auditorio de Tenerife y no al aire libre. A decir verdad, no sé si lo que menos me convenció fue el eco que había en la sala o el hecho de que me sintiera como si los responsables del evento trataran los asistentes como si fuesen 'la plebe' o algo por el estilo.

Lo del ruido en la sala era de esperar; cantidad de padres equipados con sus cámaras de fotos hablando sobre lo bien que bailan sus hijos y, por otro lado, pistas de música que no se escuchan correctamente.

Luego está lo que es el Auditorio de Tenerife Adán Martín, la intocable y elitista institución con la que Calatrava maldijo a todos los santacruceros... con sus entradas impagables y su audiencia bien vestida. Repleta de propuestas interesantes que chocan con la sensación de inaccesibilidad que tiene la mayoría del público. Algo, sin ir más lejos, que se pudo comprobar este último domingo cuando los integrantes de las academias tuvieron que sentirse afortunados por poder bailar en el hall, en vez de hacerlo en alguno de los escenarios de las salas. 

Dado que muchos de los participantes en el evento orientan su afición por la danza hacia cierta profesionalización, me resulta impensable que no se les permita bailar en un ámbito adecuado... sobre todo cuando éste ha sido financiado por todos los ciudadanos y, de paso, ha permitido lucrarse a mucha de la fauna política de Canarias.

Ahora bien, en lo que respecta a las actuaciones, la historia no ha variado mucho desde la última vez que asistí a algo así en Tenerife. Hubo coreografías que me convencieron, otras no tanto... y alguna que otra academia que me sorprendió simplemente por proponer cosas distintas a las de siempre. También me gustó, y lo hice saber en Twitter, el hecho de que hubiesen más escuelas que apostasen por el ballet y no tanto por el funky, puesto que a la edad que tienen la mayoría de los participantes, la base clásica es crucial para un buen desarrollo de cualquier otra disciplina.

Puede parecer que simplemente asistí al Auditorio el domingo para criticar todo en este blog. Nada más lejos, valoro la cantidad de esfuerzo que hacen profesores, bailarines y responsables del evento para que algo así salga adelante. Sin embargo, hay un aspecto que me descolocó un poco y me veo en la obligación de plantearlo a modo de debate.

Cuando salí de mi casa hacia Santa Cruz, iba cargada con mi cámara en el bolso con la finalidad de hacer algunas fotos para publicar aquí. Nada más empezar las actuaciones y, en vista de que la mayoría de los participantes eran menores, opté por no hacerlas porque 33 Fouettés no deja de ser un medio que está sujeto a todo tipo de visitas y cuyas imágenes pueden ser extraídas con total libertad. No pretendo ser retrógrada ni alarmista, pero la protección a la infancia me parece lógica y, ante todo, obligatoria.

Lo que me choca es que yo haya hecho esta reflexión en su momento e, inmediatamente después, me haya encontrado varios números de danza que presentan a niñas de diez años moviéndose y tocándose en el escenario como si fueran Shakira, en contraposición con otros grupos que tenían coreografías más completas y que, en general, tenían más éxito entre los asistentes. Cuando un programa de televisión dice que un número de pseudostripper está bien, automáticamente la sociedad asume que ver a sus allegados hacer lo mismo es profesional. Es muy fácil hacer que una niña interprete un papel sexualizado, pero es un camino que siempre consideraré innecesario e incorrecto. 

Promover la creatividad y apostar por nuevos códigos es la única fórmula que concibo, y me encantaría que algún día, todos aquellos que imparten lecciones sobre cualquier disciplina de danza, lo entendieran de la misma forma. 

Para terminar, aparte de las fotografías que ya he puesto, dejo algunas otras de la pieza que hicieron dos compañeros del Teatro Victoria -Darío y Susana- durante la muestra del domingo, y aprovecho además para felicitarles por su magnífica actuación.